Han pasado casi un poco más de 260 años desde que la ciudad de Sullana empezó a poblarse por los años de la década de 1750, en los últimos años del virreynato.
Sullana, en el 2,011 cumplirá 100 años como provincia y la ciudad se encuentra sumergida en un preocupante atrazo y subdesarrollada, sin que se vislumbre un rayo de luz esperanzador en un futuro cercano.
Con un río Chira, principal sustento de vida de la provincia, totalmente contaminado por las aguas servidas que ahí se vierten, sin importar la salubridad de la población, ni mucho menos la imagen de la ciudad
Sullana no cuenta con un sistema de mercados y tengamos ese muladar llamado “mercadillo” donde los productos de primera necesidad se expenden en las peores condicones higiénicas, desparramados por el suelo y en medio de aguas servidas que rebasan los desagües.
La provincia no cuenta con sistemas de agua potable y alcantarillado que garanticen la salubridad de la población.
Sullana no cuenta con un plan de desarrollo coherente que le permita desarrollarse urbarnísticamente, que la convierta en una urbe, como que es una de las 14 ciudades más importante del país por su población y por su situación estratégica referente al departamento de Piura y sur de Ecuador.
Este subdesarrollo de Sullana se debe, desafortunadamente, a la mala calidad de quienes han gobernado la provincia, que no han tenido la capacidad de combatir el centralismo piurano, en desmedro de las provincias, y mucho menos han sabido enfrentarse al centralismo del Estado.
Una muestra palpable es la incapacidad de los últimos gobiernos locales, de gestionar y exigir la construción de la carretera Sullana-Alamor que nos une con Ecuador, y así intensificar el intercambio productivo y comercial con el país norteño, fortaleciendo la cuenca hidrográfica Catamayo-Chira, tan solo separada por la frontera.
Desafortunadamente, en los últimos 30 años, hemos tenido autoridades que no han alcanzado a ver el potencial de la provincia de Sullana, sumergiéndola en el subdesarrollo en comparación a otras ciudades que han logrado un avance significativo. Poco o nada hicieron los ciudadanos Burneo Arrese, Bel Houghton, Samaniego Samaniego, Burgos Ramos, Camino Calle, Vásquez Morán y Bardales Ruiz, (los regidores no se escapan) que ejercieron el oficio de alcalde en estos años. Por otro lado desfilaron parlamentarios, congresistas, asambleístas... como el eterno Carrasco Távara, Guevara Morán, Niño Celi, Acha Valdivieso, Poma Siancas, Cruz Arrunátegui, Reto Neyra (si se me escapa un nombre es porque no lo recuerdo y no porque tenga algún mérito por resaltar, pues parece que todos fueran cortados con la misma tijera oxidada) personajes que sólo han servido para llenar páginas de periódicos o ser mencionados en libros como este y nada más. Si bien es cierto que la labor parlamentaria no es para hacer o gestionar obras para el lugar donde fueron elegidos, pero ¿acaso lograron una ley de envergadura que favorezca a las mayorías nacionales?, ¿aunque sea una ley que los controle a ellos mismos?... Estos alcaldes hemos tenido, estos parlamentarios hemos tenido y llegaron gracias a que la población es, políticamente, muy ignorante. Y, para mal de Sullana, la ruleta seguirá dando las mismas vueltas, donde el votante cambia su futuro por un miserable kilo de arroz quebrado... o una simple consulta médica... o porque un “cartepillar” arregla una calle sin asfaltar...
Mientras tanto, Sullana seguirá esperando. Llegará el 4 de noviembre del 2011, y la encontrará, atrazada, sucia, hedionda, delincuencial, ignorantona...
¿Qué dirán las nuevas generaciones? ¿Dónde están los que nos han gobernado? ¿es esto ciudad o chiquero?
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